Señor Monseñor Charles Scicluna:
Cuando nos reunimos en Santiago el 1 de marzo de 2018 usted se comprometió con los Sobrevivientes del Caso Maristas-Chile a acelerar los procesos canónicos entendiendo que uno de los principios básicos de la justicia es que ésta llegue a tiempo.
Han pasado dos años, 24 meses de dolor, para confirmar que todo ha sido dilatar la investigación para cansarnos, debilitar a los denunciantes mientras los delincuentes que abusaron de nosotros cuando éramos niños siguen al amparo de la Iglesia, bien cuidados y mantenidos por las familias que pagan por la educación de sus hijos en los Colegios Maristas de Chile.
Han pasado ya dos años desde que ustedes, a nombre del Papa, nos solicitaron colaborar con la investigación canónica, y se comprometieron Justicia y Reparación.
A pesar de que en nuestra infancia consagrados y sacerdotes de la Iglesia Católica nos escogieron, nos sedujeron, engañaron, traicionaron, nos asesinaron nuestra Infancia e inocencia a través del abuso de poder, abuso de conciencia y abuso sexual, ahora como adultos libres volvimos a confiar en vuestra palabra empeñada en la Nunciatura Apostólica de Chile.
Los hechos indesmentibles de dilación y silencio por parte del Estado Vaticano, mientras algunos de nosotros se mueren y/o deterioran progresivamente su calidad de vida asociado a las consecuencias devastadoras del abuso eclesiástico, es una nueva traición a la confianza imperdonable.
Pareciera ser que la única intención siempre fue limpiar la imagen de la Iglesia, obtener información de la magnitud de los crímenes en Chile y ganar tiempo con promesas y actos de arrepentimiento vacíos, nunca escuchar, acoger, acompañar y reparar a las víctimas.
Nuestra presencia pública ese día de Marzo de 2018 sirvió para animar a otros denunciantes de otros casos a también concurrir donde ustedes. ¿Qué pasó con todas esas carpetas que obtuvieron gracias a estas reuniones en Santiago y Osorno, en el llamado “Informe Scicluna"?
En la Conferencia Episcopal de Chile, nuestra acompañante pastoral Pilar Ramírez nos dice que ellos no tienen información, que todo está en Roma. Así también, la Congregación Hermanos Maristas también se escudan en esta dilación inexcusable para maltratar a los sobrevivientes en su dignidad y negar reparaciones simbólicas y económicas. Es más, en los últimos 6 meses se ha intensificado un trato discriminador y perverso hacia gran parte de los denunciantes de distintos casos a lo largo del país. Es así como a nosotros y a otros denunciantes no se nos ha entregado información de los estados de avance de las investigaciones canónicas, ni se nos entregan fechas o plazos probables para los cierres de investigación ni tampoco se responde a nuestros requerimientos de apoyo urgente en lo relativo a reparación psicológica, reparación simbólica o reparación económica.
Mientras tanto, hay denunciantes que han muerto esperando la Justicia y la Reparación que nunca llegó.
En enero de 2019 se nos informó que el Papa intervenía a la Congregación Hermanos Maristas en Chile y sería la Congregación para la Doctrina de la Fe la encargada de hacer justicia ante la lentitud de los procesos en Chile. Nuevamente comprometió su palabra para Justicia y Reparación, lo que hasta hoy sólo es un silencio cómplice.
Nos preguntamos si acaso existe una real voluntad de cumplir con el compromiso asumido por parte suya y de Bertomeu, de respetar y honrar su palabra, porque no hemos recibido ni siquiera un gesto en pro de alcanzar algún día algo de justicia.
Para los sobrevivientes del Caso Maristas Chile la justicia se exige, no se negocia. Hoy antes que dolor sentimos decepción, la confianza rota en nuestra infancia se vuelve sobre toda la Iglesia Católica cuando es claro que la Institución pretende dar vuelta la página de la historia y aplastar a quienes quedan del otro lado sin miramiento alguno.
No es solo la Iglesia en Chile, es el Vaticano, a través de los emisarios de Francisco Bergoglio, Scicluna y Bertomeu, el que ha vuelto a traicionar la confianza al no cumplir su palabra empeñada. Sabemos que no somos los únicos en esta situación.
¿Su visita a Chile fue un acto muy bien preparado y nunca vinieron realmente a “Limpiar a la Iglesia”? Fue usted el que nos habló de lo impactado que estaba con el clasismo chileno, ¿es el clasismo la causa de las disímiles respuestas que tiene la Iglesia para distintos grupos de denunciantes? ¿Por qué la inmensa mayoría de quienes denunciamos ante usted fuimos olvidados? ¿Por qué pasaron dos años y no hicieron nada para terminar con la cultura del abuso que ustedes mismos vinieron a constatar?
Esta carta pública que le enviamos es una misiva sin esperanza de respuesta. Es una denuncia de su actuar coludido con el mismo poder que nos abusó y nos sigue violentando día a día. Cambiaron algunos nombres, hubo un par de fotos y altisonantes vídeos mientras las vidas de quienes padecimos los abusos de los miembros del clero se siguen consumiendo. No renueve mentiras viejas con eslóganes nuevos. La dignidad de este grupo de sobrevivientes no lo soporta.
Jaime Concha Meneses
Jorge Franco Rojas
Gonzalo Dezerega Bustamante
Eneas Espinoza Gallardo
Isaac Givovich Contador
Edgardo Soto Leyton
Eduardo Rozas Honorato
Emilio Millavil Guerra
Eladio Valdés Arce
Carlos Carvajal Araya
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