Publicado originalmente como un hilo en twitter, compartimos acá este texto de Eneas Espinoza.
Entre el 15 y el 18 de enero de 2018 el Papa Francisco Bergoglio visitó Chile.
Si fuese un artista esa habría sido su última gira por el fracaso en público asistente a sus presentaciones.
Ante ello tomó medidas, cambió su estrategia de marketing y recuperó terreno.
¿Pero nos ha derrotado?
Escribo en primera persona porque se trata de una cuestión personal y colectiva.
Nos engañó, a Chile y al mundo con su supuesta lucha contra el abuso.
Las leyes y estructuras que sustentan la impunidad de los abusadores eclesiásticos siguen ahí.
Y Bergolio protege delincuentes.
Protegió, protege y seguramente protegerá abusadores como todos sus predecesores en el Vaticano.
A los hechos me remito.
Pero no hay juez.
No hay justicia para quienes denunciamos los crímenes de la Iglesia salvo claro que aceptemos ser parte de su lavado de imagen.
Ahí todo.
En estos cinco años aprendimos a no esperar nada de la Iglesia y sus autoridades. Es al Estado de Chile a quien exigimos que haga su pega, de justicia, de verdad, de memoria, de no repetición.
El Presidente Boric comprometió la solución a esta grave problemática social, una Comisión de la Verdad que resuelve desde arriba lo que el Estado negligente no ha sido capaz de atender. Somos miles de víctimas en Chile. Y es urgente.
Recién me crucé con este texto de ese 2018 de Vinka Jackson, amiga y compañera de esta ruta que pone voz y pone grito y pone silencios cuando hay que.
Un texto que sigue vigente y del cual saco este pedacito pero léanlo entero:
"“No saber” ya no es el problema, sino qué hacer con lo sabido. La claridad no es sólo una secuela del abuso sexual (luego de años de aprender a distinguir qué, quién cuida, y quién abusa). La claridad es asimismo una secuela cuando escuchamos –a otro, a nosotros mismos- y nos abrimos a verdades cruciales, transformadoras. No quedamos intactos. Podríamos auto engañarnos después, elegir conscientemente negar aquello conocido, escuchado, pero intactos: ya no."
Sabemos de los abuso a las infancias en entornos institucionales hace demasiado.
Cinco años del exitoso engaño papal. Y nos vamos muriendo. Quedamos algunos que seguiremos denunciando (no cuenten con nuestro cansancio o nuestro silencio). Y aparecen nuevas víctimas. Porque impunidad de abusadores es la fórmula para que los crímenes no se detengan.
Este texto que les espeto acá no tiene final porque seguimos y seguiremos hasta que el Gobierno de Chile cumpla su deber para con las infancias vulneradas, las que habitan en un muerto vivo como yo o las que callan por todo Chile y pelean con secuelas sin decirle a nadie las que pasaron.
Una disgresión final: ¿Valientes los que hablamos? ¿Los que denunciamos públicamente? Si me permiten rechazar la etiqueta muchas gracias. No.
Hacemos lo que podemos para sobrevivir. El que calla o el que está muerto por las secuelas no es un cobarde. No hay épica posible cuando se conoce el infierno.
Y como suelo firmar los mensajes, hey Presidente Boric, quedo atento.
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