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Cómo nos preparaban para la muerte del Santo del Bosque

Testimonio en primera persona de un sobreviviente del entorno de Karadima.


"De los 15 a los 25 años participe en la acción católica de la parroquia del Sagrado Corazón de Providencia o el "Bosque" como todos le decían, estaba injertado en esta parroquia de la elite chilena, sin tener mucha idea de dónde estaba o con quiénes eran los que compartía cada miércoles, semana a semana, escuchando a este cura que con mucha energía convocaba a casi 300 jóvenes. Los primeros años me cautivó ver tanta gente joven que iba y venía, todo era lindo, se respiraba un ambiente perfecto, aún que se repetían las predicas y las historias de este cura gritón, me gustaba asistir, además era invitado por el sacerdote Diego Ossa, que provenía de esta parroquia, y convenía ir, eso me decía mi director espiritual, entonces era ley. Al ser tan cercano al “padre” Ossa, tenía ciertos privilegios, comencé a ayudar en las misas, lo que era todo un honor, más de alguna vez fui ministro de la comunión todo un privilegio sin duda. Todo era perfecto.

Pero no, todo no era perfecto.

Poco a poco me fui metiendo y fui ganando la confianza del santito, alguna vez me confesó, recuerdo su respiración agitada, y su voz retumba todavía mis oídos.

Lo ví enojarse con algunos jóvenes de su corte y gritar en la sacristía, sentir ese miedo de los que fueron llamados de atención, ver la cara de algunos sacerdotes mendigar por algunos minutos de atención del santo, aún me angustia. Habían curas que no entraban al círculo cercano y su decepción era demostrada con caras de pena y de preocupación. Los lunes día de descanso para ellos, era un desfiladero de los curas menos importantes que cuál jubilados tomaban número de atención y debían esperar largas horas por su turno para ser anulados y desacreditados por su "padre espiritual".

Así recuerdo cuando me pidió una misión especial, "mijo, este padre x es cambiado de parroquia, y le pedí expresamente que no hiciera homilía en su última misa, vaya usted y si habla media palabra lo graba y me trae la grabación, Dieguito le va a pasar un aparato para que lo grabe." El “padre” era Cristóbal Lira. Con el tiempo supe que el cura Fernando no quería nada al cura Lira, ya que lo veía potencialmente peligroso por tener arrastre en la juventud y ser muy carismático, claramente este sacerdote también debe ser un abusado de la enorme lista del sacerdote Karadima.

El santito era el cura de la elite y regalón de algunos importantes, siempre contaba cuando un uniformado le había pasado un revolver para la defensa de la casa parroquial y en alguna ocasión había salido disparando a algún asaltante, en sus alucinaciones.

Un cumpleaños fue a mi casa, fue un hecho histórico, poco visitaba casas de jóvenes y fue a la mía, llegó con toda la corte, el sacerdote Morales, Costabal, el sacerdote Diego Ossa, entre otros. Como un rock star hizo sus peticiones, filete de res, con poco aliño, verduras salteadas y agua tónica. Nos contó de los últimos días del padre Hurtado y del cielo, quedamos extasiados.

Yo quería ser sacerdote y eso le manifesté a mi director espiritual. El cura Ossa me recomendó hablar con Karadima, recuerdo los nervios cuando me atendió en la sala del nuncio: "tienes que dejar a esa pololita, misa diaria, rosario diario, largas horas de adoración al santísimo y buscar la santidad" Esto fue en octubre del año 2002. En enero de 2003 viajaron a Europa juntos con el padre Ossa y a su regreso, sufrí un ataque sexual de parte de mi director espiritual. Se vino el mundo abajo, se apagó la luz y dejé de brillar. Depresión, dolor, soledad, ansiedad. Miedo, hostigamiento de parte de mi abusador, y me envía a confesar con el padre Karadima. ¿Esta era la forma de buscar la santidad?

Comencé un trance donde viví una doble vida, mentía, y me desordené. Me entró la maña y se “me metió el diablo”. Empecé a conocer gente nueva. Hasta que conocí a la mamá de mis hijas. Fue la tabla de salvación, pololeamos 3 meses, un mes de convivencia y nos casamos por el civil. Ahí comenzó la angustia del sacerdote Ossa, llamaba a mi mamá para advertirle que yo iba directo al abismo, como si el no me hubiese enviado antes ahí. Me acosaban en mi trabajo, Fundación las Rosas, empleo obviamente gestionado por el sacerdote Karadima. Recuerdo la conversa que me dice que me espera el infierno sin su dirección espiritual ¡y me fui feliz!

Cómo todo abusado de conciencia y de poder fui muy fácil de convencer de recaer y terminé pidiéndole que nos casara.

Fuimos invitados a la reunión de la acción católica. El salón de Nuestra Señora de Loreto de bote a bote, 5 minutos antes del término, nos hacen pasar adelante a dar un testimonio de noviazgo santo, mi ex señora con 4 meses de embarazo y mi hija mayor poniendo atención a la conversa del santito. Nos regaló una imagen de piedra de la virgen de Montserrat y un sobrecito, con un cheque de hartas lucas para la luna de miel, ahí entendí el mensaje.

Este no fue el único episodio de sobrecitos. Se repitió varias veces e incluso una vez utilizó como correo súper mega VIP a Mons Tomislav, obispo de Linares.

Pude zafar y arrancar, o me dejaron partir. Viví en el sur, hasta que el año 2010 en el programa Informe Especial Hamilton relata su episodio de abuso me doy cuenta que es tremendamente parecido. El santito tenía marca registrada y vendía la licencia, el padre Ossa me había abusado con el mismo método, y más encima me enviaba a confesar con el padre Karadima. Me cae todo otra vez: depresión, ideación suicida, matrimonio quebrado, quiebra económica. Daño colateral.

Una vorágine, un huracán con prensa, fiscales, declaración, investigación.

El santito que nos habían vendido, el santito del Sagrado Corazón de Providencia, era un sicópata narcisista. Y el sacerdote Ossa un Karadima chico.

El santuario del santito del bosque ya no era tal o eso parecía. La Pía Unión Sacerdotal que se sobaba las manos pensando en las alcancías y el merchandising mantenia una calculada distancia. El santuario ABC1 se convertiría en una fría y sombría iglesia vacía, con una docena de señoras de avanzada edad que no se convencen que su santito es un demonio, la otrora iglesia llena de bote a bote, no es más que un recuerdo.

Nos prepararon para la muerte del santo, iba a ser un funeral de Estado, masivo, dónde estaría lleno de sus sacerdotes y obispos, con autoridades civiles y militares, con las floristas tirando pétalos a su paso, iba a ser sepultado seguramente en las criptas del santuario del bosque, se erigirían estatuas y bustos en su honor, con los más de 20 años de párroco del bosque, el mismo fue creando este mito y esa cultura de adoración a su persona. Grababan todas las charlas, predicas y homilías para documentar sus pensamientos. Se intercambiaban los CDs y cassettes de sus retiros de semana santa. El merchandising estaba lanzado, el mismo sacerdote se hacía grabar para que tuvieran sus recuerdos. El otro lado de la iglesia, de esa iglesia de derecha, la iglesia del Golpe de Estado y su Junta Militar, que apaciblemente silenciaba los abusos y atrocidades cometidas. Pero el santo era leproso. Acá no hay dicotomías, el santo era un farsante y nos tuvo frente a un espejismo. El santo ABC1 representa todo el mal, todo el abuso, todo los que más atormenta. Nos prepararon para la muerte del santo y cruelmente repicaron las campanas, esas que llaman al amor de Dios, pero estos las siguen usando para alabar al santo del mal.

Quiero invitar a todos los que se sienten muy dolidos, amargados, vulnerados, a buscar ayuda, justicia y reparación. Es algo que nos deben. El Estado debe hacerse responsable de no atender a uno de sus deberes fundamentales que es proteger a sus ciudadanos.

Además quiero homenajear a todas las víctimas de abuso sexual, conciencia y poder, que sufrieron estos tormentos, ya sea de parte del sacerdote Fernando Karadima o de cualquier otro sacerdote o laico de esta parroquia que algún tiempo también consideré como mía. A tantos que fueron amigos y quedaron en el camino y a otros tantos que no tuvieron la fuerza o ganas de denunciar. Al cura Errázuriz (Panchi) que siempre fue basureado y vulnerado en sus derechos, a un señor que no recuerdo su nombre que vivía ahí como monaguillo y siempre sospeché que algo extraño ocurría con él. Era una persona con capacidades distintas y él decía que lo habían despojado de sus bienes, y fue dejado en un hogar de Fundación las Rosas en total abandono, y tantos más que pasaron por el bosque del santito."


Oscar Osben Moscoso

Sobreviviente de Abuso Sexual Eclesiástico

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