Recomendamos la lectura atenta de esta investigación realizada por Lorena Contreras Taibo,
Noemí Pereda Beltrán y Francisco Maffioletti Celedón (Universidad Diego Portales, Santiago, Chile. y Universitat de Barcelona, Barcelona, España.)
El documento puede ser descargado en castellano desde este link: https://journal.sipsych.org/index.php/IJP/article/view/1315.
La investigación describe las características de un grupo de 21 víctimas de abuso sexual por un representante de la Iglesia Católica en Chile. Se evaluaron las características de la victimización sexual y del victimario, la revelación, notificación y la vivencia de otras formas de victimización por personas no pertenecientes al clero. Los resultados muestran que los abusos se iniciaron en la pubertad, incluyeron contacto físico, fueron cometidos por varones, sacerdotes o párrocos, y fueron revelados por las víctimas en la edad adulta, notificando habitualmente a la propia Iglesia. La mayoría de víctimas también sufrieron malos tratos por parte de sus padres o cuidadores principales y abusos sexuales por parte de otras personas,
lo que las convierte en polivíctimas y subraya la gravedad de estos casos.
Algunos puntos mencionados en el texto que nos parecieron relevantes los destacamos acá. Sin embargo, sugerimos descargar el trabajo y buscar vuestra propia lectura.
Destacamos ciertas particularidades del ASI en entornos eclesiásticos y que deben ser leídas teniendo en cuenta que -según datos del propio Vaticano- entre el 11% al 15% del clero chileno estaría involucrado en delitos sexuales contra la infancia.
Si bien en población general el abuso sexual infantil es mucho más frecuente en personas de sexo femenino, esta proporción se invierte cuando se trata de delitos sexuales en contexto de iglesia. De este modo, si es que en el abuso sexual infantil en población general se arriba a una proporción de un varón por cada tres mujeres, en el abuso eclesiástico se registran cuatro víctimas varones por cada mujer.
Asimismo, las edades de mayor riesgo también se modifican. En el abuso sexual infantil en población general la edad preescolar y la pubertad son edades de mayor exposición fundamentalmente en mujeres. En el caso de los varones, la mayor frecuencia se observa en preescolares, luego de lo cual el riesgo decrece paulatinamente con el paso de los años. No obstante, en el contexto eclesiástico la mayoría de las víctimas son varones en etapa de adolescencia.
El abuso sexual infantil resulta particularmente frecuente (68%) entre quienes vivieron alguna forma de violencia por parte de representantes de la iglesia padeciendo muchos de ellos formas de abuso en extremo intrusivas.
La mayor parte de los abusos reportados por las víctimas (88,6%) son de carácter reiterado. El 81,7% de los delitos sexuales vinculados a la iglesia ocurrieron en contextos donde residen los niños, niñas y adolescentes, o bien el clero, tales como internados, orfanatos, monasterios o conventos; mientras el 14,4% ocurrieron en lugares de culto, como parroquias o iglesias. Además de estas locaciones, identifican sitios externos y el hogar de la propia víctima. La mayoría de estos hechos (66,8%) se produjeron en actividades congregacionales.
Un hallazgo particularmente preocupante radica en la duración media del contacto entre el afectado y el autor, el cual asciende a 4,8 años. Durante todo este tiempo la víctima suele permanecer silenciada y atrapada en una relación traumática de la cual difícilmente puede escapar, con el daño psíquico que ello conlleva.
Las investigaciones dan cuenta de vulnerabilidad, shock, así como sentimientos de vergüenza, culpa e impotencia. Todo ello es potenciado por la reacción de la propia iglesia, generando en los sobrevivientes una sensación de traición a la confianza religiosa, dado que su reacción es percibida como negadora y minimizadora de los abusos, manteniendo la victimización en la esfera de lo privado.
Un tercio de los sobrevivientes reconocen la utilización de algún objeto, símbolo o imagen religiosa en la perpetración de los abusos, entre los cuales mencionan: el cáliz, altar, crucifico, sagrario, oración y utilización de la oficina parroquial.
En el 71,4% de los casos los sobrevivientes consideran que el abusador utilizó sus creencias religiosas para llevar a cabo los abusos. De este modo, refieren alusiones directas a Dios en el marco de las estrategias de victimización desplegadas, en las cuales se insinúa una aceptación divina, como por ejemplo: “Dios así lo quiere”, “Dios lo entiende”, “Eres un elegido de Dios”. Junto con esto, se reportan verbalizaciones que culpabilizan a la propia víctima del abuso sexual: “Eres un pecador y Dios te perdona”, “Tienes que rezar porque me hiciste pecar”
Como Red de Sobrevivientes invitamos a tener presente también que la impunidad está acostada sobre la estructura jurídica eclesial donde el manejo interno de las denuncias reemplaza al sistema judicial nacional o local. Esto, además de quitar las garantías y derechos de un debido proceso a la víctima -como denuncia Naciones Unidas-, sindica la parcialidad del investigador. Lo cual va más allá del sentido común de “investigarse a sí mismos”: "La literatura demuestra que el sistema de creencias de quien investiga es crucial, pues las personas católicas tienden a ser más protectoras con los imputados, y más escépticos respecto al denunciante, particularmente cuando se encuentran altamente identificados con la religión". Este dato ha de tenerse en cuenta también a la hora de revisar el trabajo de jueces y fiscales de la justicia chilena.
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