Mi nombre es Lucas Catejo Pinto, tengo 21 años y soy una de las víctimas del ex canciller del arzobispado, Oscar Muñoz Toledo. Si bien el caso es conocido hace mucho tiempo, como involucrado en el caso no había querido manifestarme, porque necesitaba un tiempo de reparación, el cual terminó siendo muy largo y muy arduo.
En total, ya llevamos poco más de un año en esto, desde la auto denuncia de Oscar hasta el día de hoy y, sin duda, queda mucho aun por delante. Los daños causados por este monstruo son inimaginables, sobre todo a nivel familiar, ya que han traído un desgaste tremendo entre las peleas, penas, angustias y un montón de otras cosas que no es bueno seguir viviendo ni recordando.
En lo personal, no me considero una persona católica, no obstante, mi familia sí, como muchas otras familias de este país que han sido traicionadas por quienes dirigen a la Iglesia Católica, una institución que a lo largo de la historia ha tenido un poder gigantesco, una iglesia que siempre se ha opuesto a los grandes cambios sociales, una iglesia que ha estado al servicio de los más ricos y que jamás le ha interesado el estar al servicio de la comunidad, porque solo le interesa perpetuar su poder y la dependencia de sus fieles a través del miedo.
Ya vemos como el Sr. Ezzati guarda silencio, ese silencio cómplice que ya tenemos identificado, pero que lamentablemente ha sido muy difícil poder probar de forma concreta. Vemos como más víctimas se van sumando cada día y la Iglesia aun tiene el descaro de reírse de nosotros dentro de sus tribunales eclesiásticos llenos de estos casos que han ido ocultando a lo largo de los años.
Es por aquello que hoy pido más que nunca creer en las víctimas; si ya es complejo poder contar acerca de un abuso o violación, el proceso que conlleva eso es aún peor, es desgastante, es donde afloran las emociones, las inseguridades, los miedos y los traumas que hemos cargado en nuestras espaldas durante largos años.
Por lo mismo ¡crean! No hay inventos, no queremos perjudicar, muy por el contrario, queremos sanar, volver a creer, crecer, reencontrarnos con aquello que no pudimos disfrutar, queremos que esto no vuelva a pasarle a nadie, que las personas que no han hablado por miedo o alguna otra razón puedan hablar sin ser juzgadas y que de una vez por todas se le caiga el velo a la Iglesia Católica, en Chile y en el resto del mundo.
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