Columna de
Jaime Concha Meneses
Este 21 de Febrero de 2024 se cumplen seis años de la visita a Chile de Monseñores Scicluna y Bertomeu por mandato del Papa Francisco.
Con ocasión de esa visita un grupo de sobrevivientes del denominado Caso Maristas-Chile nos entrevistamos en la Nunciatura Apostólica con los mencionados representantes del Estado Vaticano.
En dicha reunión se nos solicitó entregar un relato abreviado de los hechos denunciados y se nos prometió Verdad, Justicia y Reparación por parte de Estado Vaticano y la Iglesia Católica. Por otro lado, se nos solicitó colaborar con la Investigación Canónica del Caso Maristas Chile y se nos sugirió solicitar a la Iglesia una reparación económica por las vulneraciones de derechos de las cuales fuimos víctimas.
Durante estos 6 años hemos cumplido con nuestra palabra y participamos de la Investigación Canónica llevada a cabo por el Salesiano David Albornoz. Presentamos una Querella criminal en la Fiscalía Metropolitana contra todos los que resultaran responsables de estas vulneraciones con consecuencias devastadoras en nuestra infancia, espiritualidad, sexualidad, autoestima, regulación emocional, vínculos afectivos y sociales, así como en nuestra calidad de vida.
Siendo Febrero del 2024 podemos asegurar que ni la Verdad, ni la Justicia ni la Reparación comprometida por el Papa Francisco a través de sus representantes Scicluna y Bertomeu en la visita de Febrero 2018 se han verificado.
Es el propio Papa Francisco en su actuar el que ha demostrado en estos años que la visita de Scicluna y Bertomeu fue más bien una acción comunicacional estratégica para gestionar los daños colaterales de la Visita Papal a Chile en Enero 2018. Así también, los hechos demuestran que estableció un trato desigual a las víctimas. A una minoría les escuchó, los invitó a Roma, concretó acciones de Justicia y Reparación con ellas y hasta les incorporó en un Convenio de colaboración para reconstruir lealtades invisibles que obviamente implican pactos de silencio y complicidad que han sido muy retraumatizantes y revictimizantes para muchos de nosotros.
No ha existido real colaboración con el Ministerio Público de Chile en las investigaciones de las denuncias de abuso eclesiástico. Todavía seguimos esperando el denominado Informe Scicluna para aportar con información relevante en la investigación de las fiscalías.
Así tampoco se han concretado medidas ejemplares y ejemplificadoras para garantizar la no repetición de estas graves e imperdonables vulneraciones a los derechos de cientos de infancias y adultos vulnerables.
En el ámbito de las Reparaciones a las víctimas y sus familias, salvo honrosas excepciones, la mayoría de las vulneraciones carecen de acciones de Reparación consensuadas y que tanto en lo simbólico, lo social, lo institucional, lo familiar y lo económico se orienten a reparar el daño biopsicosocioespiritual causado.
Para nosotras las víctimas, la visita de Scicluna y Bertomeu en nombre de Bergoglio, es una traición a la confianza y un abuso espiritual y de poder imperdonable. Finalmente, las promesas en nombre de un dios, del Jefe de Estado y de una Iglesia fueron una acción comunicacional estratégica para gestionar los daños colaterales de la visita de Bergoglio a Chile, más que un acto de acogida, acompañamiento y cuidado.
En el abuso institucional, el riesgo no está solo en uno que otro sujeto con inclinaciones agresivas sexuales, sino en formas de organización que tienden a las jerarquías rígidas, la impermeabilidad a los cambios, la obediencia o lealtad ciegas, el secreto como modo de relación, y la negación pasiva o deliberada de crímenes y abusos de poder, junto al abandono de las víctimas.
En el 2022 la Congregación Hermanos Maristas Chile usó la extorsión como un patrón en el avenimientos e indemnizaciones por daños a algunas de las víctimas, donde no hubo incondicionalidad sino sujeción a acuerdos de confidencialidad que significan un nuevo silenciamiento. ¿Cómo puede ser realmente reparatoria una justicia concebida en estos términos?
La impunidad desgarra no solo vidas de sobrevivientes, sino el tejido social completo. Por eso los imperativos de prevención, de justicia y reparación necesitan comprometernos a todos y cada uno de nosotros. Entender que los abusos sexuales infantiles tienen responsables individuales e institucionales claros –que deben ser sancionados como corresponde-, es un factor autocuidado social, de crecimiento cívico y de recuperación traumática como país.
Como colectivo, nosotres hemos exigido al Estado de Chile dejar de ser negligente y cómplice de estas vulneraciones a las infancias y que avance en la investigación de las denuncias de abuso eclesiástico en el Ministerio Público. Asimismo, hemos valorado el que el presidente electo Gabriel Boric haya incluído en su programa de gobierno la conformación de una Comisión de Verdad, Justicia y reparación para las víctimas de abuso institucional.
Confiamos en que el gobierno del Presidente Boric cumpla con su palabra e implemente esta Comisión durante su mandato para todas las víctimas de abuso institucional y no solamente para aquellas vulneradas en los espacios del SENAME. Es un imperativo de Memoria, Verdad, Justicia y Reparación de una herida que permanece abierta y compromete la dignidad de cientos de familias de los pueblos de Chile.
Jaime Concha Meneses, Médico Familiar, Sobreviviente Caso Maristas-Chile
Vocero Red Sobrevivientes Chile
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